Opeth vs Mastodon

Son las dos bandas más emblemáticas del metal contemporáneo, aunque sea una afirmación bastante tajante y polémica. Pero más allá de las controversias, no cabe duda de la influencia que han tenido y por eso lanzamiento de estos discos ha generado una inmensa expectativa y algunas decepciones. La comunidad metalera tiene la reputación de ser demasiado cerrada, demasiada reacia al cambio; y ambas bandas han cambiado en el curso de los años, alienando a los fanáticos más recalcitrantes pero abriendo nuevos espacios. Ese es el problema, el metal es una escena subterránea y cuando algunos grupos salen a flote es muy difícil contener la indignación; un sonido más suave es casi inconcebible y sin embargo. El Once More’Round the Sun es el disco más accesible que tiene Mastodon, es un sonido casi tan convencional como cualquier otro disco de hard rock; The Motherload pudo ser el hit del verano. Eso no le resta mérito a la banda, ahora son parte de la escena mediática, llenan estadios y nada raro que uno de estos días los inviten a That Metal Show. Todo eso para atizar las controversias; en cuanto a lo musical el disco es bastante pesado en sí, lo que suaviza el producto final es la voz de Brann Dailor; estamos ya muy lejos del Remission y ni hablar del Leviathan, pero Mastodon es una banda muy sólida, capaz de llevar al límite su propio sonido y con la suficiente capacidad como para reinventarse a sí misma. No diría que es un disco malo, está entre mis favoritos en lo que va del año, pero es cierto que comparándolo con otros discos de Mastodon hay algo que falta y me quedó con esa impresión, este disco pudo haber sido grandioso pero no lo es.

Mastodon es ya una banda madura, tiene un legado perdurable en la historia del metal y este disco anuncia un viraje del cual ya no hay retorno. La banda asume una nueva etapa en su carrera pero mantiene sus raíces y esa la mayor diferencia que tiene con Opeth. Los grandiosos y grandilocuentes suecos que llevaron al metal por lares jamás explorados y jamás igualados. Mastodon es una banda, inusualmente estable, y funcionan como una entidad cohesiva en la cual ninguno de sus miembros predomina. Opeth es la propiedad exclusiva Arkelfeldt, él no lo quiso de esa manera pero las cosas se dieron así; él es la fuerza creativa sin desmerecer la importancia que tiene Steven Wilson. Lo interesante en el caso es que escuchando los trabajos de solista de Wilson con la producción de Opeth desde el 2008, da la impresión que ambos caminos se cruzan y fusionan para conformar una suerte aura musical. El Storm Corrosion ahora parece un spin-off, pero contiene la fuerza de ambos proyectos y se condensan en una sola ráfaga. Opeth está en el punto culminante de su creatividad y sin embargo podemos decir con amargura que Opeth ha perdido algo. En lo personal el Pale Communion me llega al alma y estoy convencido que es el mejor disco que tiene la banda pero extraño esos momentos violentos. El Pale Communion es un disco clásico de rock progresivo y para las personas que no están acostumbradas a ese sonido, ingresar en el disco es más difícil. El Opeth de antaño ya no existe, esa es la mayor diferencia con Mastodon; uno escucha el Once More’Round the Sun y es obvio que es Mastodon. El Pale Communion tiene un sonido más genérico, aunque el sustrato sigue siendo Opeth.

El balance es claro, ambas bandas están en otra etapa, hacen otro tipo de música y atraen a otro tipo de público. Por razones estrictamente personales me inclino por Opeth aunque el disco de Mastodon es más eficaz. Ante la reciente controversia, cualquiera que tenga un mínimo de criterio toma al video aludido como lo que es: una crítica hecha con sorna a esa iconografía muy difundida en un género que es inútil si quiera mencionar; su objetivo es producir asco, incomodar al espectador. En el fondo, soy un degenerado y disfruté bastante el video y más aún de la canción. Esta es la batalla del año, porque esto lo mejor de la escena musical contemporánea; este es la música que seguiré escuchando en los años venideros y esta es la prueba que el rock (en un sentido muy amplio y fluctuante) no está muerto.