Los veteranos del
space doom vuelven al ataque. La verdad es una banda que descubro, al igual
que el género; si bien he sido un seguidor distante de Hawkwind, sobre todo
porque es la banda primigenia del Lemmy, y ahora soy un aguerrido entusiasta
de los Oranssi Pazuzu, en regla general todo lo space y lo stoner me deja francamente
indiferente.
Como muchas
bandas que surgieron en los 2000, Ufomammut es un grupo bastante hermético y enigmático.
Como su nombre bien lo sugiere, combina el space rock con la densidad bruta del
doom que a paso elefantino envuelve al escucha en una pesadilla psicodélica de proporciones
dantescas. Las canciones son hipnóticas, casi abstractas, irreales. Pero hay un
problema, el Ecate, es un disco muy
similar a todos lo que ha sacado la banda y por eso se vuelve aburrido. Cuando
se los escucha por primera vez, el grupo causa un impacto demoledor, porque sus
canciones tienen una estructura viscosa y una potencia salvaje. Las referencias
a la mitología, al oscurantismo gótico del siglo XIX y a la literatura fantástica,
se vuelven tediosas a fuerza de repetirse.
El Ecate, es un disco bruto, inicuo y
violento, pero pudo haber sido algo más; con todo, es un disco excelente y
funciona bien porque despierta curiosidad por el grupo, por su legado y por el
imaginario cavernoso que los diferencia de otras bandas.
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