Fue una larga espera, desde el momento en el que Wilson y
Arkerfeldt comenzaron a componer canciones para un proyecto paralelo a sus
bandas de origen, hasta el momento en cual que por fin podemos abrir el disco,
olerlo, admirarlo y finalmente escucharlo. La colaboración entre los líderes de
dos de las bandas más extraordinarias de estos últimos tiempos, solo podía
terminar de manera apoteósica. Y es una colaboración de la larga data, Opeth se fundó a finales de 1990, como
una banda más de Death Metal, de la mano de David Isberg cuya historia se perdió
en el tiempo. Arkerfeldt tomó las riendas de una banda moribunda y la mantuvo a
flote; pero era claro que al final de la década Opeth corría el riesgo de estancarse, pese a la crítica las ventas
nunca despegaron y mantuvieron un relativo anonimato, incluso en el resto de Europa.
La leyenda cuenta, que por esas casualidades del destino le llegó a Wilson una
copia del Still Life y quedó
deslumbrado; tuvo un primer contacto con Arkerfeldt, ambos congeniaron,
intercambiaron ideas, compusieron varios temas y de esa primera colaboración surgió
el Blackwater Park, estableciendo
firmemente a Opeth como una de las
bandas más influyentes de los años 2000.
El proyecto en conjunto comienza a tomar forma el 2010 y se
inserta en una trilogía cuyo primer volumen es el Heritage de Opeth, que lleva a la banda hacia una nueva
incursión musical, rompiendo algunos esquemas que definieron su sonido por casi
veinte años; el segundo volumen es el disco de Steven Wilson Grace for Drowning que es una
exploración de los sentimientos y de las sensaciones combinando con destreza
diferentes registros musicales; ambos confluyen, ya que comparten elementos
comunes, en el disco epónimo de Storm
Corrosion. La primera impresión es que el disco no se asemeja a nada
conocido, no es una simple fusión entre Porcupine
Tree y Opeth, es algo más. El ambiente onírico que
impregna todas las canciones nos transporta a terrenos desconocidos, que colindan
más con la música clásica (para colocarle una etiqueta a una exploración que no
puede ser clasificada), es una compleja instrumentación cuya belleza es
perturbadora. El disco no deja de tener una estela maligna que se esparce sutilmente,
rompiendo las imágenes y las atmosferas construidas, con un delicado toque de
maldad contenida. Sin embargo, no dejará de ser una decepción para aquellos que
esperan algo más ruidoso, más cercano a
las raíces de ambos compositores.
Para nadie es un secreto que a Wilson y Arkerfeldt les gusta
experimentar, rebasando las fronteras que les fueron atribuidas, por ello el
disco rebasa todas las expectativas, construyen algo que está fuera del metal
y fuera de los patrones musicales hoy vigentes. No es un disco que ganará un
sinnúmero de premios para luego caer en el olvido pero podemos estar seguros
que la música ahí plasmada es un legado para la humanidad. Más allá de las
modas y de los géneros volubles que siguen parámetros arbitrarios, en función a
gustos cambiantes y a los caprichos de la industria musical, se encuentra la
trascendencia que solo puede ser alcanzada por medio de lo sublime. Sea o no de
nuestro agrado, debemos reconocer que el disco rompe los limites de lo
concebible imponiendo un nuevo horizonte, una belleza inmutable que rasga la realidad
estableciendo un nuevo imaginario.
3 comentarios:
Muy buen review George, está muy bueno el disco, muy ambiental, la interpretación obviamente impecable, las cuerdas... Y como dices, no sigue ninguna moda y así como no será un exito total a corto plazo, perdurará en el tiempo como una pequeña obra de arte.
Saludos!
Excelente revisión George! Concuerdo contigo sobre el hecho de que Storm Corrosion no se parece ni a Opeth ni a Porcupine Tree... Su intención, creo, fue plasmar su fanatismo por el progresivo setentero y a partir de ahí, experimentar. Un disco oscuro, muy ambiental y lleno de sentimiento, muy bien cantado e interpretado como dice el Sebas.De seguro estará entre lo mejor del año.
La trilogía, es para tenerla, 3 álbumes que re-orientan y descubren nuevas sendas musicales, tanto para sus compositores, como para nosotros los oyentes.
Saludos!!!
Mención especial para el dibujo de la portada, me parece muy bueno. Hans Arnold lo pintó en 1969.
Saludos!
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