Toundra es una banda que rompe completamente
el estereotipo del metal español. Si bien tratamos de ser progresistas y
abiertos, muy en el fondo seguimos siendo conservadores, repitiendo hasta el
cansancio ideas preconcebidas, chismes sacados de la red y prejuicios que
reproducimos sin querer. De España, se habla en demasía del heavy metal:
Ángeles del Infierno, Barón Rojo, Obús, Lujuria, Panzer y otras más; fue la
edad de oro del metal español, es su legado y a la vez su estigma. En paralelo,
grupos como Ñu y Labanda, anunciaron el sonido que será popularizado por Mago de
Oz, banda con una explosiva popularidad en Latinoamérica. Luego, está el power:
Avalanch, Tierra Santa, WarCry, Vendaval, Opera Magna y las demás. A grandes
rasgos ese es el catálogo del metal español. Por ello, enterarme que Toundra es una banda madrileña, fue una
sorpresa en más de un aspecto.
Superada la
anécdota, no se puede negar que el disco de Toundra, suena bien; salió hace ya un par de meses, pero necesitaba
un cierto tiempo para poder asimilarlo por completo. En esta frenética búsqueda
de material virtual, creo que es necesario bajar el ritmo y disfrutar de la
música, más allá del entusiasmo inicial. Buscando un poco más en los
antecedentes de la banda, puedo decir que los Toundra tienen un catálogo bastante impresionante. Están en pleno
ascenso y tienen una reputación muy sólida en la escena europea. Pero tal vez,
lo más impresionante del caso es que se trata de un álbum narrativo siendo
instrumental; no hacen falta palabras para poder contar una historia. Cada
canción es una experiencia única pero conforman una atmósfera comprehensiva muy
bien lograda; las canciones pueden funcionar bien solas, pero funcionan mejor
dentro de una macroestructura. Es el aspecto que más aprecio de este disco;
ante la impaciencia colectiva, las personas se aburren fácilmente y pasan a la
siguiente canción sin mayores remordimientos. De un disco, se pueden rescatar
un par de canciones y el resto cae en el olvido; es la era de lo efímero.
Muchas veces, nos olvidamos del hecho que un disco es una obra de arte,
concebida para ser escuchada de principio a fin; los Toundra, y no son los únicos, rescatan una vieja tradición en la
música: transmitir sensaciones.
Demasiado cegados
por espectáculos cada vez más elaborados, y por el peso desmesurado de la
industria de la música, creo que hemos olvidado un aspecto esencial. De cuando
en cuando, es necesario sentarse, apagar las luces y las pantallas que nos
hostigan sin cesar, para escuchar un disco y valorarlo en todas sus
dimensiones. Toundra es una banda que
recupera una esencia perdida, como lo hizo el rock progresivo, el jazz en su
momento y la música clásica antes de todo esto. No voy a decir que son precursores, el post ya tiene veinte años de trayectoria; Pelican, Tortoise, Mogwai,
Slint¸ marcaron el camino; los Toundra
lo están recorriendo pero también están dejando su huella. Este es uno de
los mejores discos en lo que va del año y me parece justo que los Toundra tenga una mayor exposición
mediática.