Los Ángeles del
Inferno es una de esas pocas bandas no anglófonas que tuvieron una
repercusión internacional; hasta el día de hoy siguen siendo un referente casi
obligatorio para quien quiera explorar el metal de los años 80. De la década
siempre recordamos los trajes coloridos, las melenas pomposas, el maquillaje
risible y nos olvidamos que todo eso no fue más que la apropiación grotesca –por
parte de la música pop– del imaginario que desencadenó el metal; la fuerza
corrosiva dispuesta a derruir la hipocresía puritana y austera que se amparó de
esa década.
Los
Ángeles del
Infierno, un pequeño grupo provinciano, tuvo el talento suficiente como
para salir de ese enclave y a diferencia de otras bandas de su generación (como
Obús,
Lujuria o
Barón Rojo), contaban
con un vocalista que era capaz de cantar. Atribuirle todo el mérito a Juan
Gallardo sería un poco exagerado, pero fue un elemento clave en el sonido que
definió a la banda. Las guitarras estridentes, la potencia enardecida de la batería,
las elaboradas secciones rítmicas, le otorgaron un sitial privilegiado en el
metal europeo; pues si bien, en esos primeros años estuvieron de gira por toda
España, su reputación rápidamente rebasó las fronteras. En vivo desplegaban esa
fuerza que los equiparaba con las grandes bandas de ese momento y la analogía
con
Judas Priest se impone por sí
misma; esa pequeña banda española podía rivalizar con cualquiera.
Pacto
con el Diablo, es tal vez el mejor disco de heavy metal grabado en
español; la guitarra de Robert Álvarez tiene ese sonido denso, oscuro y sucio
que define los mejores momentos del género y la batería de Iñaki Munita le da
mucha fuerza al grupo. Es un disco crudo grabado con los medios de ese momento
y suena mejor que muchas de esas bandas que surgieron en la década, con sus
teclados nauseabundos, untados de brillantina, luciendo sus instrumentos como
si estuvieran en un desfile de moda. Canciones como
Maldito sea tu Nombre,
Rocker,
Pacto con el Diablo, Sombras en la Oscuridad, Es el Principio del Fin, definen
una era marcada por la ansiedad, el miedo y la crisis; no es una época colorida,
como suelen recordarla aquellos que no la vivieron y aquellos que prefieren olvidar
el profundo malestar que socavaba los cimentos de la civilización occidental;
tan cerca del colapso y sin embargo llegamos plácidamente al final de la
historia.
Pacto con el Diablo forzosamente causó un impacto en un país
bastante conservador, presa de un delirio religioso, era la publicidad que
necesitaban y
Los Ángeles se
convirtieron en leyenda.
El Diabolicca, cuya grafía todavía me deja pasmado, tiene
un sonido más pulido y tal vez funciona mejor, Munita le da mejor uso a su
doble pedalera, las guitaras de Álvarez y García son colosales, incluso el bajo
de Santi Rubio tiene mayor presencia y ni que decir de la voz de Gallardo,
pocos vocalista pueden cantar de esa manera. Desde la fuerza bruta de Fuera de la Ley hasta el filo
desgarrador de la canción epónima, el Diabolicca es uno de esos pocos
discos que escucho de principio a fin; incluso la power ballad, obligatoria en
todos los otros discos, suena bien, potente y devastadora. Y sin embargo, ahí
comienzan los problemas; Al Otro Lado del
Silencio es una canción más accesible para el público en general, fue un
éxito radial y llevó a la banda hacia una nueva exposición mediática. Los
metaleros somos leales con las bandas que nos gustan, compraremos sus discos e
iremos a sus conciertos, por más que hagan porquerías de vez en cuando, pero no
dejamos de ser un puñado de entusiastas y la banda quería más.
No podemos
culparlos, buscaban difundir su música más allá del público español y más allá
de los aficionados de ocasión, pero el resultado no siempre es el mejor.
Suavizar las guitarras para llegar a las radios es un sacrilegio y es en lo que
incurrieron. Joven para Morir es un disco de transición, el sonido cambia,
lo que es muy perceptible en la batería que suena más como un drum machine;
nunca he sido un aficionado a ese sonido, demasiado artificial para mi gusto,
ni a todos esos excursos electrónicos, pero es claro que más allá de la
producción, Los Ángeles querían
explorar otras vertientes. Las guitarras frenéticas decrecen y se acercan más
al hard rock, lo que no es malo en sí, pero detrás se siente la presión de la
casa disquera.
El fichaje en Warner, tal vez no fue la mejor decisión, la
compañía es conocida por haber destruido a muchas bandas al comercializarlas y
convertirles en productos de exportación. No queda duda que hubo mucha presión
de por medio, la banda debía moderar su imagen y su sonido si quería conquistar
el mercado internacional. Efectivamente, Pensando
en ti, tuvo un éxito que superó todas las expectativas y hasta el día de
hoy sigue sonando en las radios; si una canción queda para la posteridad es ésa
y es una pena porque el grupo tiene un catálogo que supera por mucho a una
balada desabrida. Ahí comienza la decadencia de una banda que pudo conquistar
al mundo con el sonido despiadado de esos primeros discos; el Joven
para Morir tiene sus momentos
grandiosos, Vive Libre y Prohibidos Cuentos, todavía tienen el brillo
de los riffs brutales que solo Álvarez podía acuñar, pero el resto carece de
fuerza.
Ahí también comienzan las tensiones internas que culminan en
la salida de Munita y en los desacuerdos entre Álvarez y el resto de la banda.
Para el 666, la imagen ha
cambiado, sin llegar a adoptar los trajes grotescos de ese momento, la banda
deja a un lado el cuero y las púas y el sonido es radicalmente distinto a todo
el trabajo previó. Como no podía ser de otra manera, el 666 es uno de los discos
más vendidos en la historia de la música ibérica y es una franca porquería; la
canción que le da nombre es repugnante, en toda la magnitud de la palabra, cada
vez que la escucho me imagino a Gallardo moviéndose en el escenario como lo
haría Paul Stanley, es una imagen que me perturba y qué decir de Si tú no Estás Aquí, una canción melosa,
el mejor ejemplo de por qué el metal se convirtió en un género risible en los años
80.
El metal no es compatible con los colores llamativos, las modas pasajeras y
las canciones comerciales; porque es una exploración de la naturaleza humana,
una reflexión sobre lo que la humanidad tiene de repudiable, es una mirada
cruda a nuestros instintos más bajos y más oscuros. El metal aborda temas que
preferimos dejar de lado porque es más cómodo refugiarse en la hipocresía que asumir
nuestras falencias, observar y apreciar cuán repugnante podemos ser. Por ello
es un género esencialmente underground y no pude salir de esas profundidades
sin traicionar su identidad. Los 90 trajeron aire fresco al saturado mundo del
metal, muchas bandas surgieron ampliando y elevando los cánones establecidos;
otras, entraron en crisis. Los Ángeles se
extraviaron en el camino, los cambios internos, la presión de la Warner, el
cambio de década, todos esos factores contribuyeron a la descomposición de la
banda; era un cadáver que Álvarez y Gallardo trataban de reanimar. A esas
alturas un disco con material inédito era irrelevante; ya habían caído en el
olvido; por eso A Cara o Cruz, fue una sorpresa para muchos. Relocalizados en
México y con una nueva formación, Los
Ángeles se lanzaban a la conquista de América, bastante irónico si uno
piensa en la historia.
A Cara o Cruz, marca un viraje en la banda; si bien ya no es
tan popero, adoptan un sonido muy similar al de muchas otras bandas
latinoamericanas. Cayeron en la banalidad, aunque yo recuerdo ese disco con
cierta nostalgia, está ligado a un periodo de mi vida y escucharlo siempre me
trae buenos recuerdos, no deja de ser un esfuerzo bastante mediocre. Es
una banda muy diferente a aquella que con alevosía y altivez, señalaba las
contradicciones de la sociedad española; en los 90 es una banda más
convencional, la voz de Gallardo ha madurado, el cigarrillo y el alcohol son
inclementes con los vocalistas, pero sigue sonando bien, las guitarras de
Álvarez se han endulzado considerablemente y sus solos ya no son tan
memorables; sin Munita en la batería, perdieron las fuerza bestial que algunas
vez los caracterizó. Sus letras tienen mayor orientación política, abordan
temas con los cuales yo me sentía plenamente identificado, pese a que los chururú
y los nananá son innecesarios.
Sigo escuchando con la misma emoción canciones
como Desconocido, Detrás de las Puertas del Mal, 317 y
Jugando al Amor, pero son casi gustosos culposos. Después de eso, la banda
se convirtió en una reliquia, un objeto de culto y peregrinaje ligado a un
tiempo mítico; qué más podían ofrecer. Siguieron de gira, promocionado los best
of, que cada cierto tiempo salían al mercado para cumplir acuerdos comerciales;
volver al estudio, en las condiciones bajo las cuales estaban trabajando, no
era una opción viable. Los Ángeles podían
descansar en paz. El Todos Somos Ángeles llegó sin previo
aviso, con la nostalgia latente y con contratos recién firmados para nuevas
giras latinoamericanas, entraron al estudio y el resultado sigue siendo el
mismo. El disco es malo, su fuerte son las canciones suaves, más radio friendly,
su cover de el Rey es bastante
bizarro, pero el álbum nunca logra despegar, estamos ya muy lejos del Pacto
con el Diablo; lo escuché un par de veces pero hasta ahí llegué, lo
puse en su caja y lo guardé, permanecerá en mi armario como el testimonio de mi
compulsión por acumular discos y listo. Eso en cuanto al marco histórico.
El cofre en sí, es una buena oportunidad para adquirir la
discografía completa. Sin duda, hay un cambio radical en el sonido, era la ocasión
ideal para actualizar los discos compacto de primera generación que siguen
circulando por ahí; en todo caso, suenan mejor de lo que yo recordaba. El gran
problema, es la ausencia de material inédito, con la excepción de
Ángel del Infierno, no hay nada nuevo y
es una pena, se podían incluir demos y
cortes en vivo, los bonus a los cuales ya estamos habituados; hay una notable
falencia en ese aspecto, parece que todo se hizo muy rápido y sin el debido
esmero, fue más un golpe de marketing. Creo que sería más interesante escuchar
un disco en vivo que otro en estudio; además, para una banda que forjó su
reputación en los escenarios un directo es más que necesario.
Los Ángeles del
Infierno, siempre serán recordados como una de las bandas más grandiosas
del metal en español, su legado es inmortal y el Pacto con el Diablo es un
disco que se lo encuentra en cualquier disquera del mundo y es un logro al cual
han llegado pocas bandas españolas y latinoamericanas, lo triste es que
pudieron llegar más lejos; siempre me van a fascinar esas historias porque no
deja de sorprenderme como grupos con tanto talento, lo pueden desperdiciar de
esa manera. Grandes triunfos pero también estrepitosos fracasos; con todo, la
banda se posiciona firmemente en los anales del metal y para aquellos que
todavía no la conocen es tiempo ya de explorar.
Haces siempre lo que
quieres, sin tener piedad
Dios eterno, todo lo
haces a tu voluntad
Maldito ¡maldito sea
tu nombre!