La música no muere, evoluciona; los géneros podrán variar, pero el espíritu de la rebelión sigue ahí. El Stoner/Doom, retoma mucha de la grandeza del rock clásico, incorporando elementos más pesados, siendo una suerte de fusión de ambos géneros que juega mucho con la nostalgia, la psicodelia y el imaginario hippie, sin dejar de lado lo profano; el blues y el rock son creaciones del diablo. El resultado es algo tétricamente seductor, abominable en su esencia. Es el género que más ha crecido en los años 2000, con toda esa onda retro que evoca un pasado mítico. Los sesentas y setentas, ya están lejos en el imaginario colectivo, presa de un presente fluctuante y vertiginoso, pero la fuerza bruta que desatan sigue inspirando a nuevas generaciones de músicos. No importa, si el rock ya no es el mismo fenómeno de masas, las modas pueden cambiar, aunque siempre seremos fieles a los grupos y los géneros que nos gustan, y creo que estas bandas muestran bien todo el potencial de la escena contemporánea.
Lucifer in the Sky with Diamonds – The Shining One (2014)
Me dejé seducir por el nombre, tiene algo de ese encanto ingenuo de los nombres absurdos y humorísticos, toda una tradición en el rock. Primer, y hasta el momento, único disco de está banda moscovita, comienza de manera caótica para desembocar en un riff y una armónica que capturan lo mejor del rock, de ahora y de siempre. En muchos aspectos, es un disco bastante convencional, pero tiene sus momentos de grandiosa arrogancia, con esas guitarras que evocan de manera muy sugerente a Hendrix o a Page; este disco muestra bien que ese legado no ha muerto. Aunque contiene también, muchos elementos modernos, como los de Baroness, Mastodon e incluso Isis, con sus raíces firmemente plantadas en Queen of the Sotne Edge. Suena fresco y contemporáneo y fue un agradable descubriendo; una de las grandes ventajas de la era de la información, es descubrir música nueva todos los días; este álbum es un viaje espectral y sideral, valga la aclaración. Aunque producir discos nunca es una tarea sencilla, espero que esta banda no se estanque y pueda sacar nuevo material; en 2017 salió un nuevo tema, y nada más hasta el momento, seguimos a la espera.
The Devil and the Almighty Blues (2015)
Otra banda con un nombre particularmente cautivador, tiene un tempo más lento, me hace mucho recuerdo a Earth, en su faceta blues / doom. Primer disco de esta banda noruega, en 2017 publicaron el segundo, embarcándose en la frenética cadencia de giras, es una de esas pequeñas atracciones de la escena under europea. Algo muy atractivo en la banda, es el carácter narrativo de sus letras, al igual que la progresión melódica de las canciones y los extraordinarios solos de guitarra. Sin duda tiene sonido diferente, sin salir mucho de los patrones doom, tiene aspectos blues muy predominantes, al igual que tendencias contemporáneas, similares a las presentes en bandas como Castle o Mondo Drag o Messa, aunque sin ese componente drone. Con ello se posiciona como una de las bandas más interesantes de esta escena, generando grandes expectativas por la calidad de sus conciertos y por la espera del siguiente disco. Un blues / doom hipnótico, pesado y muy honesto; como dato anecdótico el disco fue gravado en vivo en un estudio, y por ello conserva mucho de la espontaneidad de la banda, tal como fue gravado el primer disco de Black Sabbath. Ese dato no es menor, pues Sabbath, como muchas de las bandas de ese momento comienzan como una banda de blues. Los dedos cercenados de Tony Iommi y la mirada inicua del diablo, hicieron el resto. Mención especial para el vocalista, que encarna muy bien todo lo que es el blues: el dolor.
Las Babas del Diablo – Ceropositivo (2016)
Primer EP de esta banda argentina, con ese guiño a Cortazar que me hace recuerdo a mis años de estudiante, las noches en vela y la locura tan cerca. En relación a lo anterior, tampoco se presentan muchas diferencias, es sin duda más caótico, pero tienes esos riffs demenciales que tanto me gustan, y esa candencia rítmica que impusieron Geezer Butler y Bill Ward. Como sucede en muchas bandas latinas, la voz está totalmente enterrada en el mix, es casi inaudible e inteligible, pero el resto de la banda suena muy bien. Un sonido potente y salvaje, hace de esta banda, una de las más interesantes en la vasta escena Stoner, en la cual también gravitaba la ahora extinta banda Mazzone, que sacó un disco demoledor aquí en la yerma Bolivia. El eterno problema subyacente: la inconstancia, bandas que se hacen y se deshacen con tanta facilidad, porque los objetivos nunca fueron claros; Mazzone podía dar más como banda y ahora queda como una anécdota. Espero que las Babas del Diablo no queden en lo mismo, el disco es bestial; un poco plano en el fondo, pero en su estilo y con las limitaciones, realmente suena muy bien. Adoro como se complementan, el bajo, la guitarra y la batería; la voz sale sobrando, pero sin duda es un disco excepcional. La música es un fenómeno planetario y más allá de los memes o del momo, y de las trivialidades de siempre, se sigue haciendo buena música, y hay que apoyarla de alguna manera.
Mountainwolf – Absinthe Moon (2017)
Aquí entramos de llano en terreno Stoner, la referencia casi tediosa a las drogas recreativas; las letras giran en torno a la adicción. Indudablemente tiene un sonido muy gringo y me hace recuerdo a esas bandas como Cactus, Gran Funk Railroad, e incluso Canned Heat, desert rock, como dicen algunos, aunque con un sonido más potente y sucio. Es una pesadilla psicodélica, aunque con mucho Groove. Como para animar fiestas, de esas que comienzan a las tres de la mañana y que pueden extenderse por un par de días, condensando todo el espíritu del rock & roll, la rebelión y el desenfreno. Hoy es más un juego de máscaras que una realidad, pues tienes que ser un profesional si es que quieres triunfar, eso implica amplias dosis de seriedad y trabajo arduo. Creo que el mito del rock, de esos greñudos holgazanes, que se las pasan ebrios o drogados, ya fue definitivamente archivado. El mundo la de a música exige mucho tiempo y dedicación. Sin duda, es posible componer con unos tragos encima, pero si ese consumo interfiere con el trabajo, el resultado será un desastre. Claro que también puede ser la visión ya conservadora de un cuarentón amargado, que mira los excesos de su juventud con cierta consternación. La música es una pasión, una emoción que nos une, como dice cierta canción, pero es un terreno escarpado y sinuoso, un paso en falso y te caerás de cabeza. Con todo, este disco suena muy bien, segundo álbum de esta banda procedente de Maryland, causó un cierto impacto, suena a un Dark Buddah Rising más limpio, pero igual de hipnótico, a ratos.
Graveyard – Peace (2018)
Banda sueca en la misma vena que Witchcraft o Priestess, con un claro toque Cream, explora más el lado profano, con furia y devoción pagana; en el fondo es el resurgimiento del rock clásico, regresar al origen del mito. Quinto disco de esta banda, que había anunciado su retiro y luego su regreso, en esas diatribas complicadas entre miembros de un mismo grupo; rencillas, peleas, choque de egos, los mismos problemas que enfrentan todas las bandas. Y bueno, este disco, suena bien, pese a enmarcarse en un género, Grayard tiene un sonido muy propio y es lo que le falta definir a las bandas nuevas. Hay tres cosas que siempre he disfrutado de la música: una buena sección rítmica, un buen vocalista y buenos solos de guitarra. Esta banda cumple plenamente con esas características; tal vez no sea su mejor disco, pero es representativo del tiempo en el cual vivimos, una generación que mira con nostalgia a las bandas que iniciaron todo este desarrollo musical, toda esta demencia auditiva. Volver a la fuente, para crear algo nuevo. El rock, no es una moda, nunca la fue; es un estado de ánimo del cual se desprende toda esa exploración de la decadencia humana, en géneros cada vez más pesados y turbios, extremos en todos sus matices. Arcano y siniestro, y en las sombras el diablo sonríe complacido.
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