Es muy inusual que una banda legendaria supere o siquiera se acerque al éxito de antaño; y sin bien la reunión, del line-up clásico de Deep Purple, fue recibida con mucho entusiasmo, rápidamente encallaron. Para el grupo fue muy difícil darle continuidad al Perfect Strangers, los problemas seguían ahí; las rencillas entre Gillan y Blackmore, las quejas del guitarrista y el poco profesionalismo del vocalista. Siendo sinceros, Gillan era un desastre en vivo; su voz se degradó considerablemente y él nunca quiso admitirlo, forzando su voz, hasta convertirse en una caricatura de sí mismo. A finales de los ochentas, Deep Purple era una banda que sonaba mal, no encajaba en la escena y la decisión más prudente era ponerle un punto final. The House of the Blue Light fue un desastre crítico y comercial, en la gira la relación entre Blackmore y Gillan llegó a un punto muerto, una vez más. La primera vez, el vocalista renunció, esta vez fue despedido.
Reproducir la fórmula Rainbow tampoco fue una solución y la banda nunca se sintió muy cómoda con Joe Lynn Turner frente al micrófono; cabe señalar, que Turner era un desastre en vivo también, cantando incluso peor que Gillan. No tenía la presencia escénica ni el carisma para liderar a la banda. Sigo pensando que Purple podía funcionar con otro vocalista; Blackmore se inclina por Turner porque también es un compositor y ayuda a cimentar el sonido de la etapa más comercial de Rainbow; era obediente y un buen aliado, pero no funcionó. EMI también hizo mucha presión para que Gillan vuelva en miras al 25 aniversario de la banda. Le siguió un disco bastante pesado, aunque intrascendente y una gira suspendida porque Blackmore decidió abandonar el barco. La banda estuvo a punto de colapsar, otra vez; y como no podían darse el lujo de perder tanto dinero, otro guitarrista asumió gustoso la tarea y terminaron la gira. El poco conocido, pero fundamental Mk VI, con Joe Satriani, rejuveneció el sonido y se dieron cuenta que podían continuar sin Blackmore.
Satriani por razones contractuales no pudo convertirse en miembro oficial de Deep Purple, pero recomendó a un guitarrista. Recuerdo con nitidez la primera vez que escuché el Purpendicular; era otra banda, pero sonaba muy bien. Sin embargo, lo que me hizo recuperar la fe en el grupo fue el en vivo que sacaron poco después: Live at the Olympia' 96. Era una banda totalmente renovada; en su momento Bolin no pudo llenar el vacío, titubeaba y el público no se lo perdonó. Morse, desde un inicio toca con mucha confianza, apropiándose canciones olvidadas. Es un guitarrista fenomenal y a nivel instrumental la banda nunca sonó tan bien, rivalizando de cerca con los años de gloria. Desde entonces, nunca bajaron el ritmo y han sacado muy buenos discos. El Bananas, el primer disco sin Jon Lord, fue una sorpresa; laudado de manera casi universal por la crítica. Hasta la voz de Gillan brilla; era un disco que tenía todas las de perder y realzó el interés por la banda que nuevamente salía en las portadas de las revistas especializadas. El Rapture of the Deep, tiene momentos alucinantes y Don Airey hace un trabajo impecable.
En vivo el MkVIII no tiene la misma fuerza, al buen Don Airey le falta la furia y el sonido devastador de Lord. No obstante, fue una gran adición a la banda. Es un gran compositor y tiene un rango musical muy diverso. Inaugura la etapa más creativa del grupo, desde los años 70. Ya son cuatro discos en estudio, cinco en vivos y 15 años en la carretera; pocas bandas de ese entonces pueden jactarse de lo mismo. El
Now What ?! rebasó por completo todas las expectativas, al ser un éxito crítico y comercial, el primer disco en alcanzar el top 20 UK desde 1988. Hasta la banda quedó atónita. El disco es genial, con una producción impecable, metódico y riguroso en la ejecución, porque hay química en la banda; los cinco participan del proceso creativo que se nutre de la contribución permanente de sus miembros. Cuando
Deep Purple se reformó, Blackmore fue muy claro, el control creativo lo tenía él y Glover, Gillan escribía las letras. Cuando llega Morse, la banda recupera parte de su identidad, pues las canciones se van construyendo en los ensayos, en las largas horas de improvisación; es un grupo que disfruta de esos momentos, obrando al unísono. Y el
Now What ?! goza también del impulso creativo de Bob Erzin, siendo coautor de todas las canciones.
Las personas que esperan toparse con el sonido clásico de la banda se llevarán una sorpresa, esto es otra cosa, va por el camino que inaugura el Purpendicular. Era necesario matar a la bestia mítica para generar una unidad cohesiva. El InFinite encaja muy bien en esa línea. Es un grupo que no duda en tomar riesgos, aunque su base musical sigue siendo el blues. Con la ayuda de Bob Erzin, Deep Purple publica, tal vez, el disco más sólido de la era Morse; uno de los pocos que puede ser escuchado de principio a fin, en el vasto catálogo de la banda. El título del disco, anuncia dos cosas: el legado púrpura es infinito y al mismo tiempo este puede ser el último disco. La edad avanzada y los problemas de salud, ya son una carga demasiado evidente. En vivo lo dieron todo, estos últimos veinte años; podrían retirarse dignamente. Claro, me gustaría que saquen un par de discos más, pero la banda no puede ir más lejos. Tal como lo anunció Paice, es la gira de despida y se puede extender por un par de años. Y es una excelente manera de cerrar una carrera prestigiosa; es un momento de celebración, para conmemorar todas las etapas de la banda, para honrar la memoria de Tommy Bolin y de Jon Lord; y escuchar con el mismo entusiasmo toda su discografía.
Time for Bedlam, comienza de una manera muy rara; por el tono parece un canto gregoriano robótico. Pero es una canción excelente, muy Purple, con ese balance entre los teclados y la guitarra, con Paice golpeando con la misma fuerza y con eso toques neoclásicos, emulando los mejores años de la banda. Sigo pensando que el eslabón débil es Gillan, me cuesta soportar su timbre vocal; en el disco hace un gran trabajo y escribe muy buenas letras. En vivo, tiene que aceptar de una buena vez que ya no llega a los tonos agudos.
Hip Boots, es rock and roll contemporáneo y Gillan canta muy bien, también tiene reminiscencias del sonido clásico. Los teclados resaltan, aunque en vivo no tienen esa presencia, tienen un sonido más opaco. Pero es realmente impresionante como Airey pudo llenar el vacío, dejando una marca muy personal. Hubo un tiempo en el cual era imposible imaginar a un Purple sin Blackmore ni Lord; y aquí estamos, con otro tecladista que encajó perfectamente en el sonido de la banda. Airey reclamó el lugar que le correspondía.
All I Got is You, fue el segundo single con sus toques jazz y blues, muestra bien todo el potencial de Mk VIII; tiene una progresión muy típica de la era Morse, mezclando diferentes estilos y secciones, similar en estructura a Watching the Sky, Sometimes I Feel Like Screaming, Sun Goes Down o Rapture of the Deep; esta formación tiene un sonido y una forma de componer muy característicos.
One Night in Vegas, retoma muchos temas comunes en la narrativa Gillan, es música de fondo en un bar; una noche loca como las que todos tenemos de cuando en cuando. El alcohol es un viejo consejero y en el caso de Gillan un compañero constante. Aunque se ha ido calmando con los años, el vocalista sigue arrastrando su reputación de borracho. La canción tiene elementos blues y un sonido al estilo de Tom Jones o Tony Bennett o Joe Cocker, espectáculos usuales en Las Vegas, aunque más pesado e innegablemente púrpura. Es muy difícil establecer cuál es la característica del sonido de la banda, los discos son muy diferentes entre sí, aunque tienen componentes similares: la batalla constante entre los teclados y la guitarra.
Get me Outta Here, creo que es uno de los discos más blues de todo el repertorio y eso le da una cohesión interna muy interesante, algo que no tiene los otros discos, más eclécticos y dispersos; creo que ahí está la mano de Erzin, siempre tan riguroso y exigente, estructurando las ideas y dándole cuerpo a las canciones. Y éstas se encadenan muy bien, dando una agradable impresión de armonía
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The Surprising, uno de los aspectos más relevantes del disco son las letras, Gillan está en muy buena forma y canta muy bien cuando respeta los límites de su rango vocal. Dejando a un lado las rimas fáciles y el humor salaz, Gillan narra historias, le da vida a los personajes; me gusta mucho en tono que utiliza en esta canción, más acorde a su edad. Otro aspecto que destaca es la formación clásica de Airey, por eso calza bien en los zapatos de Jon Lord; los dos primeros disco de la era Morse ponen a los teclados en un segundo plano, es una herencia de las imposiciones Blackmore. Desde el Bananas, resaltan y dominan el sonido.
Johnny’s Band, aquí Purple regresa a ese su sonido comercial que me incomoda un poco, extrañamente no fue lanzado como single, aunque es una canción que está sonando en las radios europeas. Creo que es la más débil del disco, sin restarle ningún mérito.
On the Top of the World, de regreso al sonido blues pesado, retomando ejes de la narrativa Gillan: las noches, las chicas, el alcohol y de por medio el vacío que deja todo eso. Lo único que no me gusta de esta canción es el fade-out justo cuando estaban desarrollando una interesante sección instrumental, y es una verdadera pena, se corta bruscamente, la canción fue inútilmente mutilada.
Birds of Pray, el efecto vocal hace eco con Time for Bedlam y abordan temas similares, cerrando muy bien el disco. Pese a los pequeños defectos, es un disco grandioso, con ese solo final que queda para la eternidad; el infinito púrpura, colosal y soberbio. Solo puedo sentirme agradecido por todo lo que han hecho, por todos los recuerdos.
Roadhouse Blues, es más un encore aunque encaja bien en el sonido del disco. Estaba muy escéptico por el resultado; y una vez más los Purple me cerraron la boca. Si Gillan cantara así todo el tiempo, sería genial. De regreso al principio, una banda ensayando en un garaje, tocando sus canciones favoritas. Con todo, es muy triste admitir que esto termina aquí, 50 años de música. “The future's uncertain/ And the end is always near. / Let it roll, baby, roll…”