Sería interesante realizar un análisis comparativo de la evolución de Paradise Lost, My Dying Bride y Anathema. Bandas como estas generan hasta ahora -pasando el cuarto de siglo y cada una por su lado- expectativas que a veces pueden terminar jugando en contra de los resultados.
En la primera mitad de la carrera de Anathema, a medida que esbozaban la profundización de la tristeza, mantuvieron un nivel musical de excelencia prácticamente en todos sus discos, incluyendo el A Natural Disaster. Luego publicaron muy buenos trabajos pero no necesariamente revolucionarios. Es muy anecdótico que esta segunda parte de su carrera empiece con el We're Here Because We're Here donde se entregan a la luz, confundiendo a un par de fans y ampliando su base de seguidores. En todo caso a mí me parece un disco que goza de una etérea atmósfera renovada.
Por su parte The Optimist refuerza el hecho de que Anathema se autodenomine una banda de rock alternativo, pero ya en la segunda mitad de esta década eso significa que su faceta progresiva está muy presente y así es como hay que tomar este disco. Posee un sutil aire melancólico del pasado y por eso requiere cierto estado de ánimo. Lo raro aquí es que a primera vista parece emanar una especie de felicidad que creo puede conllevar problemas al momento de la conexión, una disonancia cognitiva en el oyente. En realidad es una incomodidad disfrazada, una especie de nostalgia conceptual inherente a The Optimist. El hecho de que sea una grabación en vivo -realizada en un estudio en Irlanda a sugerencia del productor Tony Doogan (Mogwai)- demuestra la intención de generar una atmósfera más directa y más plana. El abanico de colores está comprimido porque está muy cerca para ser visto a la primera. Como en la portada (criticada por cierto y obra de Travis Smith), es de noche, el personaje está en la carretera y es la luz de los faros la que no deja ver bien al espectador.
Al ser una continuación de A Fine Day to Exit, rescata la historia de este personaje ficticio que decidió intentar escapar de la depresión dejando todo atrás, parqueando en una playa de San Diego (exactamente en las coordenadas descritas por el nombre de la primera canción de The Optimist). Un final abierto que deciden explicar y retomar 7 años después ¿Y cómo continúa la historia? El personaje está vivo eso sí, pero The Optimist es un título irónico, por lo menos parcialmente.
Percibo un lazo con algo que no te deja estar del todo tranquilo en varias de las canciones. Las estructuras compositivas no se basan en hooks (tipo "Lightning Song") sino en un ligero coqueteo con el minimalismo, en línea con la incomodidad emocional que termina siendo en realidad efecto de la grabación en vivo y el apego a mantener las cosas sutilmente difíciles. Terminan el disco de modo pinkfloydezco con "Back to the Start".
Con este disco el nivel musical goza de un repunte respecto a
Distant Satellites, grabación que a mí parecer sufre de ciertas inconsistencias musicales que lo limitan en su desarrollo pese a contener una carga emocional que sólo esta banda puede generar. Además, en términos de forma,
The Optimist, al ser estrictamente conceptual posee una mayor fluidez entre canción y canción.
Otros detalles a favor: el trombón en “
Close your Eyes”, la experimentación electrónica está mejor y la voz de Lee Douglas me convence más que nunca (“
Ghosts”). Dicho esto, siempre se extraña un poco el doom death de antaño...
Es un buen álbum, un fenómeno diferente, que a primera vista da la impresión de ser conocido, fácil y tedioso -al ser muy liviano y mantener las tendencias de los últimos discos-, sin embargo no es así. Es más o menos opuesto al A Natural Disaster en el sentido en que dicho disco es cálido en su melancolía; en cambio The Optimist es parcialmente incómodo en su devenir y musicalmente cargado de ironía. Como si quisieran engañarnos, ocultando las variantes, esparciéndolas por ahí. No es lo que esperábamos, ellos lo saben y en este caso eso sencillamente significa una victoria más para Anathema.