martes, 24 de abril de 2018

Judas Priest - Firepower (2018)


Este año empezó con los rumores de un nuevo disco de Judas Priest. Bandas como esta, siempre generan expectativas y polémicas. Y precisamente, la primera polémica vino de la mano de las declaraciones de K.K. Downing. 

En una entrevista, concedida a Metalsucks, Downing decía que él conocía muy bien el trabajo de Andy Sneap (productor del disco, quien también trabajo con bandas como Accept, Kreator, Megadeth, Testament, entre muchas otras), destacando además su gran aporte tanto al Metal como al Rock. Downing además sostenía de estar completamente seguro de que el trabajo de Sneap en este disco había ido mucho más allá de la mera producción. Y continuaba destacando el trabajo de grandes talentos como Chris Tsangarides (R.I.P) y Roy Z, quiénes según él, contribuyeron en su momento con ideas de canciones, riffs y licks, ideas líricas, etc. en álbumes como el Painkiller y Angel of Retribution.

Para entender el porqué de estas declaraciones, debemos remontarnos años atrás. Downing abandonó la banda en el 2011, y su separación puede que haya sido más áspera de lo que parecía (dato curioso, K.K. advierte que legalmente sigue siendo miembro de Judas). Para la actual gira, él esperaba ser convocado como guitarrista como reemplazo de Glenn Tipton, pero esto no sucedió y el guitarrista elegido fue precisamente Andy Sneap. Downing, ¡quien había sido el violero de Judas por casi 40 años!, estaba dolido.

Obviamente, Rob Halford salió en defensa de la banda. Fue categórico al resaltar que cada uno de los riffs y que cada solo fueron grabados en largas y maratónicas sesiones por Glenn Tipton. Recordemos que actualmente Tipton sufre mal de Parkinson, y la enfermedad ha llegado a tal punto que prácticamente lo ha alejado de los escenarios. Lo cual es una pena.

Pero bueno, más allá de este cruce de palabras entre los miembros de la banda, ¿qué podemos decir del disco en sí? Debo confesar que estaba un poco escéptico al respecto. Judas Priest es una banda que en las últimas dos décadas ha cambiado mucho, y pese a que su amplio repertorio desde el 90 hasta ahora es amplio, no todos los discos han dado la talla.


Había que escuchar este disco para hacerse una idea más cabal y objetiva del mismo. Y la sorpresa fue grande. Partiendo de la producción que es impecable, pasando por el gran arte que lo acompaña, un guerrero de fuego y luz, un aniquilador!. Excelente trabajo del artista chileno Claudio Bergamin.

Abre el disco la homónima Firepower, que inmediatamente sitúa al oído de los fans en los tiempos gloriosos de Judas; Evil never dies es uno de las grandes canciones de este disco, destinada a ser un himno. Es intensa, es pesada y claro, Halford canta como los dioses. Es su carta de presentación. 

El siguiente corte, Never the heroes, el primer single del disco. Es otro tema que entra dentro de los cánones típicos de Judas. Es la pseudo balada del disco. Es la canción en la que abrazas a tu compañero, mientras levantas en alto la copa y haces un salut!.

Necromancer es otro gran tema, pareciera estar dentro del estándar de Judas. Las voces, los tiempos. Pero aquí es donde el oído se pone suspicaz, pese a que la voz es la del Judas clásico, al igual que los tiempos de la bata, suena diferente. Los riffs y las melodías no son las típicas de Judas y puede ser que aquí, encontremos uno de los primeros vestigios de la contribución del Sneap en el disco.

Otro temón es Children of the sun, para cantarla a voz en cuello!. Esta es una amalgama, el coro es el típico de Judas y también ese interludio fatalista a lo Nostradamus, pero la estructura en general, los riffs y la forma de cantar de Halford, suena prácticamente a Fight. No desmerezco a esta canción para nada, de hecho, es una de mis favoritas; simplemente puedo decir que es de otra vena. Y ojo, que el Scott Travis también fue batero de Fight.


El disco continúa con la Guardians, una especie de intro que se enlaza con la Rising from ruins que suena a un Judas moderno. Posiblemente a muchos fans y por el coro les sonara a algo bien conocido. Pero esta canción en el fondo es diferente, tiene esos riffs que no suenan tanto a Judas, es medio Fight y tiene una onda metalera, oscura y bien tristona, que fácilmente puede recordarte al Chemical weeding del Bruce Dickinson. Punto alto en esta canción es ese magnífico coro que realmente es pegajoso, es un hit; y les aseguro que se les quedará dando vueltas una y otra vez.

La Traitors Gate es otro gran tema, aunque es un poco fiel al metal estandar de los 80, los riffs del coro son durísimos y como canta el Halford es increíble. La No surrender es la canción happy metal del disco, es para bailar! y el coro también es alucinante. La Lone Wolf, es otro temón, de lo mejor del disco. Pero igual, tiene otro feeling. El tiempo y la vibra, me llevan a otro lado, es medio alternativa. Nuevamente, le encuentro mucho de Fight y del metal de esa época, pero sin embargo suena a un metal muy contemporáneo. Y es curioso, a muchos de los fans de Judas de siempre, no les gusta Fight. Siempre les pareció muy pesado. 

Y bueno, la balada no podía faltar, cierran el disco con la Red Sea. Empieza como una balada, pero va evolucionando, tiene partes y coros brillantes, en una onda épica. No es un mal tema, pero tampoco es un tema indispensable. Sinceramente me pareció una canción floja para cerrar un gran disco de esta magnitud. De hecho, la parte final de la canción, te deja como que con un sabor a poco.


Para redondear mis ideas y haciendo justicia al disco. El Firepower es posiblemente uno de los mejores discos de Judas Priest en los últimos 20 años. Que no me cuenten cuentos, el Ripper Owens no le llega ni los tobillos al Halford. Más allá de ser un gran fan de la Doncella, siempre he sostenido que el Rob Halford es posiblemente el mejor vocal del Heavy Metal… y es que es un vocal increíble. Tiene un registro y amplitud vocal que muy pocos alcanzan. Y en este disco ha vuelto con todo!!!.

El trabajo vocal de Rob en este disco es fantástico. Tiene una versatilidad envidiable. Y eso sí, de este disco resaltaré los coros, casi todas las canciones tienen muy buenos coros. Después de escuchar el disco una y otra vez, fácilmente terminaras cantando unas cinco canciones. Y eso es gracias al gran trabajo vocal y compositivo del Halford; que simplemente, nos metió al bolsillo. 

Como banda, Judas siempre ha sido una banda sólida y el motor de esa agresión lo han sido el Ian Hill, y sobre todo el Scott Travis, un relojito, uno de los mejores bateros del metal. Pero el dínamo compositivo estuvo conformado desde siempre por Tipton-Downing-Halford. Los tiempos cambian, resulta evidente que la enfermedad de Tipton se siente y la ausencia de Downing mucho más. Más allá de las declaraciones, es no más bien probable que el Halford haya tomado las riendas de la composición para este disco, por lo que tampoco debería sorprendernos la influencia de Fight. Y sí, es también muy probable que en Andy Sneap haya aportado al disco, más de lo que se rumorea y de lo que se piensa.


Pero bueno, más allá de estas conjeturas, solo puedo decir que este en un disco muy sólido. El encuentro de las dos vertientes es evidente, una es la clásica, que no quiere alejarse del sonido de los ochenta, la otra es más contemporánea y entra en los estándares del metal moderno. Lo único que no me gusta de este disco es que se hace muy largo, hay un par de canciones que prácticamente son relleno y que bien podían haber sido obviadas y el resultado habría sido un disco mucho más sólido y compacto. Pero me imagino que, en este disco, debían contentar a todos.

En resumen, este es un gran, gran disco. Indiscutiblemente, uno de los mejores discos en lo que va del año y un punto altísimo en la carrera de Judas. Al final, las influencias, los aportes externos o como sea, creo que son irrelevantes para el verdadero fan de Judas. El resultado final es un disco contundente, que tanto los fans de Priest como los buenos metaleros van a celebrar por muchos años.




domingo, 22 de abril de 2018

Deafheaven presenta el nuevo video “Honeycomb”

Después de una larga espera nos llega el nuevo material de esta alucinante banda californiana. Hacia mucho tiempo que Deafheaven no me emocionaba tanto como ahora. Este nuevo material, Honeycomb, promete.

Como sorpresa, la banda ya anunció para el próximo 13 de julio el lanzamiento de su próximo disco en estudio: Ordinary Corrupt Human Love (ANTI Records).

Estaremos atentos...




miércoles, 11 de abril de 2018

Autokrator - Hammer of the Heretics (2018)


Entre las hordas del underground extremo existe una serie de bandas estimulando el lado más radical y oscuro del Metal. A su vez, entre estas se encuentra Autokrator, grupo liderado por el guitarrista francés Loïc.F, dedicado a escarbar en el salvaje pasado de la civilización occidental, tocando conceptos relacionados con la naturaleza e historia del totalitarismo y los rasgos humanos que tienen que ver con el poder absoluto, un tema que, por cierto, dado el clima político, está en boga hoy en día tanto a nivel local como a nivel internacional. Este disco en particular, repasa estos conceptos a nivel extremo, es el equivalente a observar una moderna película gore ambientada en la Europa de la inquisición.

El vocalista de este conjunto es el estadounidense David Bailey. Un dato interesante es que la banda no se junta físicamente para grabar, sino que usan las telecomunicaciones conectando virtualmente Francia y Estados Unidos. Para complementar este álbum, Loïc.F invitó al francés Kévin Paradis (Benighted) en la batería, y francamente puedo aseverar que es una máquina.

Ahora bien, los dos anteriores LPs de Autokrator no se me hicieron sostenibles por ser algo monótonos y no sé si este vaya a sostenerme en el tiempo tampoco. Sin embargo, Hammer of the Heretics ofrece mayor variedad rítmica, alternando más en los riffs y gracias a esto, proponiendo composiciones un poco más profundas.

El castigo empieza con “Against Flesh and Blood” que toca el tema de los deberes cristianos en la guerra santa, mencionando de forma directa a los caballeros templarios; sigue “Le Sang Impur” (La Sangre Impura), que está basada en una antigua canción patriótica de guerra, canción que luego se convertiría en el himno de Francia, la famosa Marsellesa; “Hammer of the Heretics” es sobre Tomás de Torquemada, inquisidor general de Castilla a finales del siglo XV; inclusive, el corte que cierra el disco, “Inquistio-Denunciatio-Exception”, contiene frases textuales de cuestionarios de la inquisición.

Las influencias incluyen industrial, black, death, drone, doom y es de lo más brutal que habrás escuchado jamás. Blackened death metal si se quiere, con sonido cavernoso, que tiene como referencias contemporáneas, por ejemplo a los australianos Portal o a los españoles Teitanblood. En efecto, Autokrator autodenomina su estilo como “Suffocating Death Metal”. El propio Loïc.F lo resume tal vez mejor que yo: “Para mí, un álbum de Autokrator es como una sesión de tortura”.

Ahora bien, no será un disco que haga ruido en la escena mainstream, es demasiado denso, pero sí creo que este tipo de radicalismo es necesario en el margen, para mantener al Metal empujando -en las sombras y en el extremo- a las fronteras de la percepción.

Escuchalo aquí: Bandcamp