martes, 6 de febrero de 2018

Motörhead - Inferno (2004)



Como suele suceder en esta vida traicionera, uno encuentra una banda y es amor a primera vista. Pero como el idilio no puede durar para siempre, algo rompe el encanto y nos invade la decepción. Miramos con desdén a la banda que alguna vez escuchamos, casi de manera exclusiva.  Creo en los 80 Motörhead perdió la brújula. Yo sigo pensado que el Another Perfect Day es un disco excelente, y es uno de mis favoritos. Es el primer disco sin Eddie Clarke y el cambio de sonido no fue del agrado de muchos fans. Robertson es un gran guitarrista y sus solos son sublimes, pero hay que ser francos al respecto, nunca pudo encajar en la banda; el Lemmy alguna vez lo dijo, fue el punto más bajo de toda su carrera y Motörhead perdió toda credibilidad. A ello se sumaron los problemas con Taylor que finalmente salió de la banda y las tumultuosas audiciones para encontrar músicos. Frente a las presionas contractuales, la nueva alineación, con Würzel y Campbell en las guitarras, y Pete Gill en la batería, grabó seis canciones para el No Remorse, cerrando definitivamente los años dorados de la banda 

El segundo periodo es más irregular, el Orgasmatron y el Rock N Roll, son buenos discos, aunque también tienen temas muy flojos, tienen un sonido muy plano, y es claro que la banda está buscando un éxito comercial. Después del Rock N Roll, que marca el regreso de Taylor, Motörhead entra en una serie de problemas legales, rupturas de contratos y disputas internas, que los sacan casi por completo del circuito de giras. El 1916, nuevamente sitúa a la banda en el centro de interés, disco nominado a los Grammy, rebasado por el disco epónimo de Metallica, es uno de los mejores trabajos de la banda y es el último en el cual participa Taylor, porque ya no estaba en condiciones de grabar. Es una placa muy atípica también y creo por eso mismo se destaca en la vasta discografía del grupo; tiene una de las mejores baladas en la historia del rock, Love me Forever, y la canción epónima es una de las cosas más raras que ha hecho Motörhead en toda su carrera. El disco provoca un giro y les abre las puertas del mercado estadounidense; Lemmy decide alejarse de la escena londinense y se instala en la California soleada, tomando como segunda morada al Rainbow, donde pasó gran parte de su tiempo libre. En los 90, se convierte definitivamente en un ícono de la cultura popular.

El March ör Die, sí me pareció un disco muy malo y ahí pierdo por completo en interés por la banda. Es un disco muy comercial, con una producción muy mala que trata de sacarle provecho al éxito rotundo del No More Tears de Ozzy Osbourne, en el cual el Lemmy escribe cuatro temas, incluyendo la legendaria balada, Mama I’m Coming Home. A los discos que siguieron no les di mucha importancia y los escucho muy poco. Ahí quedé francamente desilusionado y por un tiempo me olvidé de Motörhead. Creo que fue el 2007 cuando vi de casualidad el Stage Fright y todo mi amor por la banda renació. Incluso las canciones nuevas sonaban muy bien, reavivando plenamente mi interés. Creo que es uno de los mejores en vivos del grupo y tiene una excelente calidad de imagen; mostraba muy bien todo el potencial de esa formación. La idea de los dos guitarristas siempre me atrajo, pero en Motörhead no funcionó muy bien y Würzel no se sentía muy cómodo, para la sesiones del Sacrifice surgió un altercado, por el incumplimiento de pagos de regalías y Würzel salió de la banda; el Lemmy decidió no reemplazarlo, volviendo así al esquema clásico, el power trío con Mikkey Dee ya en la batería.

Después de tantos problemas internos, la banda por fin pudo estabilizarse, inaugurando su periodo más creativo. En retrospectiva, considero que las placas que publican entre 1996 y 2002, funcionan bastante bien; auguran un giro interesante en el grupo. Yo creo que todo cambia con el Inferno; y la diferencia fundamental es la calidad del sonido y todo el mérito lo tiene Cameron Webb. Después de años de discos bastante planos, el Inferno tiene un sonido demoledor, yo diría que es el disco más pesado de la toda su vasta discografía. Desde las primeras notas de Terminal Show, que es una de las canciones más floja, se puede percibir un viraje hacia algo grandioso, su mejor disco en 20 años. Le sigue Killers, que terminó de engancharme, y luego le meten In the Name of Tragedy y Suicide, que se han convertido en parte de mis canciones favoritas. Y algo que realmente cabe destacar, es que el disco cierra con Whorehouse Blues, en cuya letra me identifico plenamente, y retoma la esencia de la banda y de toda la música que me gusta, pues Motörhead, como muchas de las bandas que admiro, comenzando por Black Sabbath, son bandas de blues, tienen ese trasfondo. Justamente en el Stage Fright hay una versión en vivo que es fenomenal, con Mikkey Dee en la segunda guitarra y Lemmy tocando la armónica. Con eso el grupo se ganó todo mi respeto.

Yo le tengo un cariño muy particular a este disco, y fácilmente entra en mi top 5; me reconectó con Motörhead. A veces uno puede hacer las paces con los amores del pasado. Sigo pensando que los discos que  siguieron son muy buenos y el Aftershock también se destaca, tiene un sonido igual de colosal y también tiene sus toques blues. En una banda que repite la misma fórmula una y otra vez, es muy fácil caer en la morosidad, pero todos los discos de Motörhead tienen algo que ofrecer, todos sobresalen de alguna manera; en todos se refleja el ícono, la leyenda, la imagen de Lemmy Kilmister. 



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